Para iniciar el proceso de conocerse a usted mismo y liderar su potencial, es crucial realizar tres tipos de reflexiones: ¿Quién soy?, ¿Qué hago? y ¿Qué tengo?
En consecuencia, se debe analizar la relación entre ellas, como lo veremos a continuación.
El primer cuestionamiento, ¿Quién soy?, parecería obvio, pero tendrá que responderse a la luz de una profunda reflexión, con el establecimiento de las pautas fundamentales de nuestra identidad, lo cual es crucial para darle un rumbo a nuestra vida y poder diferenciar que no somos necesariamente lo que hacemos, ni mucho menos lo que tenemos.
Nuestra identidad se forja desde la niñez, con el cúmulo de las experiencias vividas, positivas y negativas, las cuales han incidido en el desarrollo psicológico, fisiológico y social. Están definidas por aspectos heredados como el temperamento y la formación de nuestro carácter, teniendo en cuenta el entorno cultural donde nos criamos.
La segunda pregunta en orden de importancia es ¿Qué hago yo? Responde a qué me dedico, en qué me he formado, cómo me gano la vida o cómo me he preparado para subsistir. Este interrogante se concreta aún más al analizar a qué le dedico tiempo en mi vida y lo más importante, qué grado de relación tiene lo que hago con respecto a quien soy. Qué tan conforme me siento con lo que hago y qué tanto me inspira y me motiva levantarme todos los días para ir a estudiar o a trabajar.
La última pregunta, ¿Qué tengo?, hace referencia a las posesiones tangibles o intangibles. Lo que poseo y más valoro, con las que puedo subsistir y que han sido el fruto del esfuerzo en el tiempo, probablemente como resultado de lo que hago.
Una de las razones para entender por qué las personas tienen dificultades en lograr el éxito personal y profesional, radica en que muchas veces se invierte el orden de las preguntas. Existen personas que primero quieren “tener” para poder “ser”, pero esto suele ser efímero y vacío, pues no se debe proyectar la identidad a partir de las posesiones en vista de que se podrían perder en cualquier momento.
Como resultado de lo anterior, se crearía la necesidad de tener que “hacer”, esto implica endeudarse para pagar lo que se ha adquirido, es “hipotecar el futuro” y se corre el riesgo de volverse esclavo de un proyecto de vida que no es sostenible en el tiempo, porque está basado más en proyectar una imagen frente a los demás, que en ser feliz.
Por eso evite caer en la trampa del ego, esa imagen que por vanidad se construye de uno mismo, por imposición social o por supervivencia, pues esto puede conllevar a pasar muchos años detrás de una idea de lo que se debe “tener” para poder “ser” y luego trabajar duro para pagarlo (hacer).
La vida es muy corta para desperdiciarla siguiendo una idea que finalmente le distraerá de disfrutarla como realmente se quiere.
En conclusión: La clave consiste en definir en el orden estipulado, quién es (ser), cuál es su potencial, cuáles son sus limitantes naturales y qué le apasiona realmente en la vida para poder actuar (hacer). En consecuencia, obtendrá lo que realmente se merece (tener), de esta manera se aumentarán las probabilidades de ser exitoso en el ámbito personal y profesional.
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